El término Transición Energética aparece frecuentemente en los medios y dirige muchas de las políticas de instituciones nacionales y supranacionales. No es un concepto nuevo, y para definirlo en pocas palabras hace referencia al cambio en las formas en las que obtenemos la energía que utilizamos en nuestro día a día.
La siguiente gráfica está tomada del curso Politics and Economics of International Energy que estoy siguiendo en Coursera. En ella se muestran las distintas formas de obtener energía desde la década de 1800 hasta la de 2010 a nivel global y cómo la situación ha ido evolucionando desde prácticamente depender en exclusiva de la biomasa (materia orgánica de origen vegetal o animal, incluyendo los residuos y deshechos orgánicos, susceptible de ser aprovechada energéticamente) a una amplia variedad de fuentes de energía que con sus distintas aportaciones ayudan a satisfacer nuestra demanda energética.
Analizando la gráfica podemos ver que en el pasado, esta transición no ha sido radical, si no progresiva: aparecen nuevas fuentes de energía que han ido ganando peso dentro del mix energético, a costa de fuentes energías anteriores con las que coexisten aunque reducen su aportación al mix.
Las motivaciones de estos cambios en el mix energético de un país son varias: la disponibilidad, el coste (¿hay recursos locales o deben importarse?, ¿es fácil de extraer o requiere grandes inversiones?), desarrollos tecnológicos (por ejemplo, hasta que no se aprendió a procesar el petróleo, el aceite de ballena servía como combustible para lámparas y lubricación de maquinaria, quizás resultan más evidentes el desarrollo de la energía nuclear, energía fotovoltaica, energía eólica, etc), su densidad energética (¿cuánta energía podemos extraer de cada kilogramo o litro de la materia prima considerada?), su facilidad para el transporte y el almacenamiento (líquidos y gases permiten su transporte mediante conducciones creadas al efecto-oleoductos y gasoductos- no así los sólidos para cuyo transporte se utilizan las vías terrestres ya existentes), su posibilidad de uso en distintas aplicaciones (el carbón por ejemplo, movía trenes y barcos, pero no podía mover aviones), factores estratégicos, etc.
Ahora, la motivación para cambiar este mix energético es global, y se llama Cambio Climático: el CO2 resultante de la combustión de biomasa, carbón, petróleo y gas natural es señalado como el principal responsable antropogénico del Calentamiento Global actual (cambios climáticos y variaciones en las temperaturas medias del planeta ha habido desde siempre, aunque aquellos se debieron a razones naturales, sin la participación humana).
En 2015 varios países firmaron el Acuerdo de París sobre Cambio Climático por el que se comprometían a reducir sus emisiones de CO2. En España, el Consejo de Ministros remitió a las Cortes, el 19 de mayo de 2020, el proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética con distintas iniciativas para lograr la descarbonización del mix energético, es decir, nuestra excesiva dependencia de los combustibles fósiles.
EL PAPEL DEL HIDRÓGENO EN LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA
Según muchos expertos, el Hidrógeno puede jugar un papel crucial en la Transición Energética, dadas sus potencialidades como vector energético.
Entre las capacidades del Hidrógeno podríamos citar:
1. Habilitar la integración energética renovable y eficiente a gran escala.
2. Distribuir la energía en diferentes regiones y sectores.
3. Actuar como un amortiguador (buffer) para aumentar la resistencia del sistema eléctrico.
4. Descarbonizar transporte.
5. Descarbonizar el uso de la energía en la industria.
6. Servir como materia prima utilizando carbono secuestrado.
7. Ayuda a descarbonizar la calefacción de edificios.
Se trata de un tema muy interesante por los desafíos técnicos que presenta y por su aportación a solucionar el problema del Calentamiento Global provocado por las emisiones de CO2. También desde el punto de vista económico y geoestratégico, ya que si se resuelve la parte técnica y se cumplen las expectativas, las economías dependientes de la exportación de petróleo lo pasarían mal y su “peso” en el orden mundial se vería muy reducido.
La Unión Europea quiere fomentar el uso del Hidrógeno y para ello pretende invertir hasta medio billon de euros para potenciarlo, de hecho, el desarrollo de una economía en la que el Hidrógeno reduzca nuestra dependencia de los hidrocarburos (carbón, gas natural y petróleo) es para muchos el camino a seguir para que la reconstrucción económica tras la COVID-19 sea sostenible, sirviendo además para combatir el Cambio Climático.
Actualmente estoy leyendo mucho sobre el tema (algunos ven en el Hidrógeno una panacea, otros no tienen muy clara su viabilidad económica y eficiencia energética), y ya tengo en “borrador” algún artículo relacionado, así que si el Hidrógeno os llama la atención, sólo tenéis que suscribiros a MyTips para no perderos ninguna publicación relacionada.
PARA SABER MÁS
El libro “La Economía del Hidrógeno“, de Jeremy Rifkin.
La Economía del Hidrógeno como solución al problema de la estabilización del Clima Mundial, Gene D. Berry y Salvador M. Aceves donde se pone en duda la eficiencia de esta alternativa.
La web del Centro Nacional del Hidrógeno, para estar al tanto de los avances en la investigación y del desarrollo de tecnologías relacionadas con el Hidrógeno.
El blog personal de Felipe Benjumea Llorente, con interesantes artículos sobre el Hidrógeno, su producción y su aportación en la descarbonización de la economía y a la Transición Energética.
Documentos TV: La Revolución del Hidrógeno, documental en Youtube.
How Hydrogen Empowers the Energy Transition
At the Dawn of the Hydrogen Economy
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